Cuando estoy inmersa en el ambiente normal de una sociedad
que requiere el cumplimiento de ciertos compromisos como estudiar una carrera, pertenecer
a una familia y a un grupo social, la ansiedad me sobrecoge. El tiempo no me
alcanza para nada más que para cumplir deberes y seguir órdenes, no hay ocio ni
desarrollo productivo en mi vida espiritual o intelectual. Y parece que todo mi
ser se detiene para convertirse en un robot del sistema. El cambio aquí es que
mi alma grita libertad y deja de cumplir, se enlista en las filas de la
autodestrucción y se rebela de las maneras más perjudiciales posibles. Eso no
es vida. Destruirte no es vida. Pero el estrés y la exageración en las tareas
académicas y sociales tampoco lo es.
En los merecidos períodos de descanso, ocurre otro fenómeno.
Como el animal en cautiverio al enfrentarse con la libertad, no sé cómo asumir
el hecho de que estoy libre, no tengo obligaciones ni reglas y cuento con
muuucho tiempo a mi disposición. Como ese animal que no está preparado y al
probar la libertad entra en crisis y muere, así estoy. Sólo dormir, comer,
desconectarte del mundo con los entretenimientos más nimios y miserables.
Tengo miedo y debo aceptarlo. Hoy sentí el mismo miedo que
cuando hago algo peligroso. La diferencia: el miedo era, ES a saber cuánto
engordaré. Estoy gorda y nadie lo entiende. Muy pocas personas son capaces de
entender el dolor y la decepción, el odio tan inconsciente que sentimos al
sabernos feas, gruesas y gordas. Al sabernos llenas y satisfechas. No puedo
más. No quisiera pensar en esto, siempre evito pensar en el dolor y la
frustración que dan saber que tengo un trastorno alimenticio.
No puedo pasar una hora sin pensar en sabores y texturas, no
puedo pasar dos horas sin haber ingerido algo y tener el rastro de comida en mi
boca, una sensación placentera y rudimentaria. No puedo pasar un día sin
pesarme y, si por desgracia debo empezar la jornada sin conocer ese número, mi
corazón sufre y me mortifica tener que seguir afuera, en el mundo y no poder
regresar a casa y subirme a mi hermosa báscula. Un ED es la vida misma, es
sentir cada emoción como cualquier persona normal lo hace.
ES SOÑAR, TENER SUEÑOS, METAS Y LUCHAR POR ELLOS.
ES LEVANTARTE SIN IMPORTAR CUÁNTAS VECES CAES.
ES SABERTE IMPERFECTO PERO LUCHAR PARA CADA DÍA SER MEJOR.
ES SENTIRTE AVERGONZADO ALGUNA VEZ, PERO SER RESPONSABLE Y
EXPIAR TUS CULPAS.
ES ESE CÍRCULO VICIOSO COMPUESTO POR LAS ADICCIONES, LOS
VICIOS, LA DISCIPLINA Y EL PECADO.
Tú sabes lo débil y lo mediocre que eres Tatiana, pero en
esto no. Por favor, esfuérzate por algo, por una sola cosa por primera vez en
tu vida.
*Voluntad.
*Cien, mil, un millón, cien millones de personas en el mundo
vencen la comida, tú también puedes hacerlo.
*Te va a doler, el dolor te angustiará pero es pasajero. De esta
forma perderás peso
*Tati, yo sé que te sientes sola. Yo sé, eso que te dijo Carlos te parte el corazón, te destroza, te termina y te atemoriza; el abandono de ese hombre que tanto anhelabas, y anhelas te ha sumido en desesperanza. Los constantes desencantos son tu veneno en este momento.
No tienes a nadie, nadie te extrañaría, te pensaría, te buscaría. Por eso sólo te queda un propósito, tu propósito es ese número.
Si aguantas hambre no pensarás. NO PENSARÁS.
Entonces, pequeña:
Dos reglas:
1. 2 litros de agua
2. No más de 500 calorías
Tú nunca cumples nada. Demuéstrate que puedes. Que vales la pena.
CAMBIO Y FUERA!